domingo, 7 de febrero de 2021

CELEBRACIÓN DOMINICAL 7 DE FEBRERO

 MOTIVACIÓN PARA CELEBRAR

 Hoy las lecturas de la Palabra de Dios nos sitúan ante la realidad del mal y del sufrimiento. No nos ofrecen soluciones fáciles. Tampoco enuncian teorías. Jesús no rehuye el cara a cara con el misterio del dolor. Jesús, entiende su vida como una misión al servicio de la vida, de la salud, de la esperanza, del bien. Su predicación y su actuación sanan, liberan.

Es una tarea que ha de llegar a todos. Por eso, la ha dejado como encargo a sus discípulos, tal y como Pablo explica en la segunda lectura.

El dolor no es querido por nadie. Tampoco por Dios. La Palabra de este domingo no teoriza sobre el mal, muestra a un Dios encarnado que se acerca y se compadece.  Un Dios que, en Jesús, lo ha experimentado y que lo combate.  Por eso, la gente lo busca.  ¿Y nosotros? Aquí estamos con la fe de Pedro, queremos llevar al Señor a nuestra casa y sane todas las formas de dolor.

 


EVANGELIO

 Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:
«Todo el mundo te busca».
Él les responde:
«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».
Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

 


REFLEXIÓN

 Jesús sale de la sinagoga y sana a cuantas personas encuentra en su camino. La primera la suegra de Simón, que le acoge en su casa. Después a las multitudes que acuden a la puerta (“curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios”). El Nazareno no especula ante el sufrimiento, sencillamente intenta aliviarlo o hacerlo desaparecer. Expresado en otros términos: el Dios revelado por Jesucristo no quiere que la gente padezca el mal.

 Jesús, antes de curar, viene del encuentro con Dios en la sinagoga (en la Palabra) y, después, se retira a solas a orar. Lo que Jesús dice o hace para romper la experiencia del dolor de los hermanos brota de su relación con Dios (con el Padre). La auténtica experiencia de Dios no aleja, sino que acerca al mundo del dolor.

La misión del Maestro de Nazaret es una misión abierta. Tan abierta como los horizontes de lo humano y del mundo. Se trata de una misión universal. Ha de llegar a todos. Y esto porque el dolor y el mal, en la forma que sea, afectan a todos los hombres y mujeres del mundo.

 En clara correspondencia, la universalidad de la misión de Jesús conecta con la misión de sus discípulos enviados al mundo entero, como él, a anunciar la buena noticia y a sanar a los enfermos.


 



PETICIONES

 Presentemos al Padre nuestra oración. Él nos ama y nos da su amor. Digamos: -Necesitamos de tí, Jesús.

 *Por la Iglesia, para que nos enseñe que Dios nos quiere y esa es la mejor medicina para todos. Oremos.

*Por los que seguimos a Jesús para que vivamos al servicio de los pobres, enfermos y necesitados. Oremos.

*Por los que sufren la tragedia del hambre, que los gobernantes pongan solución y nosotros colaboremos con nuestra ayuda. Oremos.

*Por los enfermos para que les sostenga la fortaleza de Dios y la compañía de los que están a su alrededor. Oremos.

*Por nosotros, para que repartamos la mejor medicina que tenemos, nuestra amistad, nuestro cariño. Oremos.

 Señor, que curando y sanando, colaboremos contigo para hacer un mundo mejor para todos. Por JCNS.

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