lunes, 21 de diciembre de 2015

VIGILIA DEL PERDÓN Y LA MISERICORDIA



 1.MONICIÓN DE AMBIENTACIÓN  

 



Bienvenidos en este Adviento a esta celebración de la Misericordia de Dios. El pasado domingo 13, nuestro Arzobispo Don Ricardo abría la puerta de Misericordia de nuestra Diócesis, concreción de la Puerta Santa abierta por el Santo Padre Francisco.



La Puerta Santa, en labios del Papa Francisco, simboliza a la Iglesia que acoge, entra y sale para proclamar un mensaje cierto y que se mantiene vivo y renovador para todo el que lo recibe: Cristo. Es puerta, por lo tanto, de salida y no de entrada.

Si la Iglesia es la “puerta” no es menos cierto que, María, siempre se encuentra como “dintel” en un plano superior ayudándonos a descubrir, recibir, celebrar y seguir a Jesús que viene a nuestro encuentro en Navidad. Ella, María, es la que nos invita a cruzar por la “Puerta de la Misericordia” para que, al dar ese paso, comprendamos que hemos de ser imitadores de lo que Jesús hizo y nos mandó: hacernos los encontradizos por el amor, la verdad y la justicia con los demás y recuperar “la viga” de nuestra fe que es la misericordia.


 “MARÍA, DINTEL DE LA PUERTA DE LA MISERICORDIA”.


Salen tres voluntarios y, con tres piezas, construyen un marco de puerta. Finalmente, el sacerdote o un cuarto voluntario sobre la parte superior –en medio- coloca la palabra “MARÍA” o “INMACULADA” o incluso una imagen de la Virgen María. Ella, María, es dintel de la Puerta de la Misericordia (la Iglesia) que nos conduce a Cristo.


Canto: Santa María del Camino/La Doncella/Madre de los Creyentes/….  


1.MARÍA, PUERTA DE LA MISERICORDIA POR LA QUE HEMOS RECIBIDO A CRISTO.


(Oración a dos coros)


Llamas, María, silenciosamente

acompañada y rodeada de Misterios

y lo haces así porque, tu vida, fue grande en el silencio

porque, Dios, y nadie más, ocupó lo más santo de tus entrañas

porque, Dios, y nadie más, gustó la beldad interna de tu cuerpo

¡QUIÉN PUDIERA COMO TÚ, MARÍA!

Decir al mundo que, en la pequeñez y en la misericordia

está el secreto de tu felicidad y tu asombro

Que, en tu humildad, se funde la llave para conquistar a Dios

que, en tu docilidad, es donde uno se llena de la fuerza divina

¡QUIÉN PUDIERA COMO TÚ, MARIA INMACULADA!

Poseer aquella perfección que al mismo Dios enamora

asaltar y arrancar algunos de esos dones tuyos

con los que fuiste capaz de robar el mismo corazón al Creador

Vivir sintiéndonos amados por esa fuerza alta y extraña

que, cuando se acoge, es oasis de misericordia y de paz

¡QUIÉN PUDIERA COMO TÚ, MARÍA!

Responder siempre “SI” sin mirar a lo que atrás se deja

Ofrecer al Señor el campo de nuestro interior,

limpio y convertido, cuidado y reluciente

y que, Él, pudiera acampar sin miedo a ser rechazado

¡QUIÉN PUDIERA COMO TÚ, MARÍA!

Caminar, como Tú lo haces, sin temor ni temblor

sabiendo que, cuando Dios entra por una ventana de tu casa,

la ilumina con rayos de paz y de alegría desbordantes

¡QUIÉN PUDIERA COMO TÚ, MARÍA!

Gracias, Virgen Inmaculada: eres don y regalo

Llamada a la misericordia en toda la Iglesia

regalo para todo el pueblo que, en nuestras luchas y debilidades,

rezamos, cantamos, proclamamos y veneramos

tu inmensa pureza de Madre coronada de estrellas.

Amén.


2 .PRESENTACIÓN DEL ICONO  DE LA MISERICORDIA



Lector: “Haced lo que Él os diga” y, tu mano María, pudo cambiar la voluntad de tu hijo, el Señor, que con su poder, convirtió el agua en vino.

Al presentar este ICONO DEL AÑO DE LA MISERICORDIA, lo hacemos sabedores de que –ser misericordiosos como el Padre- es lo que a Ti, como Madre Misericordiosa, te agrada y el culto que en verdad mereces.

Ayúdanos, María, a adentrarnos y centrarnos en esta víspera del Año Jubilar, llevando sobre nuestros hombros las penas de los demás; en nuestros corazones los sentimientos de los que sufren; en nuestro pensamiento las necesidades de los que carecen de algo y en nuestras manos aquello que, hoy en tu ser inmaculado, tantas emociones despierta: ¡GENEROSIDAD SIN LÍMITES!

Que este icono sea una convocatoria a mirar con los ojos de Cristo, a tender nuestras manos con las manos de Cristo, a amar con nuestro corazón desde el corazón de Cristo.


(Salen 4 personas con cuatro cirios –blancos o azules- representando a los 4 evangelistas y una más mostrando en alto el ICONO DE LA MISERICORDIA). Se coloca en un lugar señalado, se entroniza, se inciensa y se canta.


Canto: Danos un corazón, grande para amar (u otro adecuado)


.

3 .  Lectura de San Pablo a los Gálatas.

Hermanos: Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos hijos suyos. Puesto que ya sois vosotros hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de su hijo, que clama “¡Abbá!”, es decir, ¡Padre! Así que ya no eres siervo, sino hijo; y siendo hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Palabra de Dios.


Canto: QUIERO DECIR QUE SI, COMO TU MARIA, COMO TU, UN DIA , COMO TU MARIA QUIERO ENTREGARME A EL, COMO TU MARIA, COMO TU, UN DIA, COMO TU MARIA QUIERO ADORARLE A EL, COMO TU MARIA COMO TU UN DIA, COMO TU MARIA (u otro canto apropiado)


4. LECTURA PERSONAL DE LA BULA MISERICORDIAE VULTUS.


Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El mis­terio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, «rico en miseri­cordia» (Ef 2, 4), después de haber revelado su nombre a Moisés como «Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad» (Éx 34, 6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos mo­mentos de la historia su naturaleza divina. En la «pleni­tud del tiempo» (Gál 4, 4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a él ve al Padre (Cf. Jn 14, 9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios. Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trini­dad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nues­tro pecado.

Hay momentos en los que de un modo mucho más in­tenso estamos llamados a tener la mirada fija en la mise­ricordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre. Es por esto que he anunciado un Jubileo extraordinario de la Misericordia como tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes.



4 .ORACIÓN RESPUESTA A LA LECTURA


ORACIÓN

Todos: ¡Danos tu confianza, María!

Voz: ¿Queréis confiar en Dios, aunque os exija lo imposible?

Todos: ¡Danos tu confianza, María!

Voz: ¿Seréis capaces de decir “SI” aun sin entender las propuestas de Dios?

Todos: ¡Danos tu confianza, María!

Voz: ¿Saldréis a pregonar la misericordia ofrecida Dios?

Todos: ¡Danos tu confianza, María!

Voz: ¿Haréis frente a las dificultades e, incluso, a las incomprensiones?

Todos: ¡Danos tu confianza, María!

Voz: ¿Queréis encontrar, con todas las consecuencias, a Jesús en Belén?

Todos: ¡Danos tu confianza, María!

Voz: ¿Mantendréis firme vuestro “sí” a Dios, en vuestras noches oscuras?

Todos: ¡Danos tu confianza, María!

Voz: ¿Buscaréis a Jesús sobre todas las cosas o lo dejaréis de lado?

Todos: ¡Danos tu confianza, María!



7. EXAMEN DE CONCIENCIA ANTES DEL SACRAMENTO


.Con María, la Puerta Santa, no es de entrada sino de salida: “Hágase”

.Con María Inmaculada aprendemos que, nuestras entregas hacia Dios y los demás, han de ser pacientes, misericordiosas, afables y sabiendo que tienen sabor a eternidad: queda en la memoria del Padre.

.Ella, la Virgen, es un exponente de la Misericordia que Dios derrama. En Ella hace obras grandes y nos enseña, en su pequeñez, lo que vale un encuentro con Él: todo es posible aunque parezca un imposible.

.La misericordia es la “viga” que sostiene a la Iglesia. O dicho de otra forma: la caridad personal (lo que nos cuesta) es lo que en verdad llega a las personas. María se dio toda para Dios y, DIOS, le hizo partícipe de su bondad.

.El fruto del “Sí” de María es la obra maestra de la gran Misericordia de Dios: Cristo en Navidad.

.María no perdió nunca la alegría porque, su alegría, estaba sostenida por su entrega constante, valiente, generosa: ¡AQUÍ ESTÁ LA ESCLAVA!

.El Papa dice que “la misericordia es el enemigo de la corrupción”. María, por lo tanto, es aliada de la misericordia porque, en nada, conoció lo corrupto.


8. CONFESIÓN INDIVIDUAL.



8. FINAL CON EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO

A punto de iniciar el Año Santo de la Misericordia, la Iglesia, nos invita a cruzar la Puerta Santa para descubrir, de nuevo, el rostro de un Cristo que se da sin límites. Ahora, ante el Santísimo, vamos a cruzar espiritualmente la distancia que existe entra la tierra y el cielo. Venid, y adoremos. Venid y rebasemos la línea del odio hacia el amor. Venid y traspasemos nuestros propios egoísmos, intereses y caprichos. Con María, ante el Señor en la Custodia, preparemos el camino al Señor.


8.2. ORACIÓN ANTE EL SANTÍSIMO ANTES DE LA BENDICIÓN


1. Oremos por nuestra Iglesia diocesana de N.

Para que, en comunión con el papa Francisco y nuestro obispo N., viva este Año Santo como un momento extraor­dinario de gracia y de renovación espiritual. Roguemos al Señor.

2. Oremos por los presbíteros, ministros de la misericor­dia divina.

Todos oran en silencio. Luego, un lector continúa diciendo:

Para que, con un corazón generoso, amen al pueblo que tienen encomendado con las entrañas misericordiosas de Jesucristo, Buen Pastor, y sean, a los ojos del mundo, el rostro compasivo del Señor, buen samaritano. Roguemos al Señor.

R. Te rogamos, óyenos.

3. Oremos por nuestros hermanos que son probados y sufren. Para que el Señor con su venida cure los dolores de los enfermos, dé paz y alegría a los que no la tienen y libre al mundo de todos los males. Roguemos al Señor.

R. Te rogamos, óyenos.

4. Oremos por aquellas personas que se encuentran ale­jadas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida. Para que acojan la llamada a la conversión y se sometan a la justicia en este tiempo oportuno para cambiar de vida. Roguemos al Señor.

R. Te rogamos, óyenos.




Señor todopoderoso, rico en misericordia,

escucha nuestra oración,

y renuévanos con el fuego de tu Espíritu Santo

para que el Jubileo de la Misericordia

sea un año de gracia y renovación,

y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo,

llevar la Buena Nueva a los pobres

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