domingo, 4 de noviembre de 2018

PENSAR Y ORAR EN EL FINAL DE ESTE PUENTE: AMAR ES VIVIR


Una cuestión de amor

Acaba este puente que en Zaratán nos ha enlazado a tantas cosas: recuerdos de nuestros seres queridos, tradiciones, también la fiesta: su colorido y sonrisa. Festejamos en tradición: salchichas, encierros, música y baile. Quizá todo ello contrasta con la impronta cristiana de estos días: el recuerdo de nuestros difuntos, nuestra plegaria en el cementerio. ¿Somos la nota melancólica en medio del bullicio de estos días? Si así fuese, o si así es, no estaría mal iniciar un debate en creatividad para transmitir sentido a estos días.

A la tarde colgaremos las máscaras y maquillaje, mañana volverán los chándals, las botas y quizá la bufanda. Mañana volveremos a sentir que estamos sujetos a rutinas y normas. Sí, todos estamos sometidos a normas y leyes. Hay reglas para organizar el tráfico, la vida en las ciudades, las relaciones entre las empresas y muchas otras cosas.  La liturgia de este domingo nos recuerda que también hay muchos mandamientos en la Iglesia. Sucede hoy y ya sucedía hace muchos años. Por eso el evangelio nos presenta a un escriba que se acerca a Jesús. Quiere saber, cuál es el más importante de todos los mandamientos. La respuesta de Jesús es clara: lo más importante es la relación con Dios y con los hermanos. Esa relación es la misma en ambos casos. Debe ser una relación de amor. 

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Primera consecuencia: a Dios no se le teme ni se le adora. A Dios se le ama. Nuestra relación con Dios es una relación de amor por la sencilla razón de que él nos amó primero. Somos creación suya, obra de sus manos. Nuestra relación con él es tan profunda o más como la que tenemos con nuestros padres. Sólo los que han tenido la experiencia de ser padres, podrán imaginarse, y no perfectamente, el amor con que Dios nos ama.

Segunda consecuencia: no hay diferencia entre la relación con Dios y con los hermanos. Es decir, amar es la única forma posible de relacionarse con los hermanos. Cualquier otra forma de relacionarse con ellos está fuera del mandato de Jesús. Y no hablamos de una norma cualquiera sino de “la más importante”, tal y como se asegura en el Evangelio. Para el cristiano, pues, no vale sentir odio ni rabia ni enemistad ni envidia. El otro es siempre un hermano al que amar. Es posible que no hayamos llegado todavía a vivir este amor universal, pero al menos debemos tener claro a dónde debemos llegar. El horizonte a donde nos dirigimos es amar. 

Pero, ¿qué es eso de amar? Algunos piensan inmediatamente en el sexo. ¡Pobrecillos! Les falta mucho por aprender todavía. Amar es mucho más. Tampoco tiene nada que ver con poseer o dominar al otro para que haga lo que yo quiera. Amar es acercarse al otro, atenderle en sus necesidades, servirle. Es poner los intereses del otro por delante de los míos. Y hacerlo gratuitamente, sin pedir nada a cambio. Porque la felicidad del que ama está precisamente en la felicidad del otro. En la medida en que el otro es feliz, el que ama experimenta su propia felicidad y plenitud.

Hoy Jesús nos recuerda que puede haber muchos mandamientos pero que todos se resumen en una cuestión básica: amar. Los que aman es posible que no sepan mucha teología ni tengan mucha cultura pero son los que están mas cerca del Reino de Dios. Así se lo dijo Jesús al escriba. Así la Iglesia nos recuerda hoy nuestro principal mandamiento. 

Para la reflexión

¿Soy capaz de amar gratuitamente o me dejo llevar siempre por el egoísmo de mis intereses? ¿Qué significa en concreto para mí amar a mi familia, a mis amigos? ¿Qué puedo hacer en concreto por ellos que todavía no hago?


Y PARA CONCLUIR.... UNA PLEGARIA

HAZME VIVIR, SEÑOR, COMO TU DICES Y VIVES


Que haga, no aquello que el mundo espera,
sino aquello que Tú deseas:
para construir tu Reino siendo tu sal y tu luz
Con tu fuerza, Señor, y en tu Palabra
que viva con el fervor de tus discípulos
con la sencillez de María
o arropado con el testimonio de los mártires
Pero, Señor, que no viva de espaldas a tu Verdad:
que mi “sí” a tu voluntad,
se manifieste en un compromiso sincero por un mundo mejor
que mi “si” a tu Palabra
sea luego imagen real de lo que pienso y realizo
Que lejos de desafinar en mi existencia cristiana
sepa armonizar mi idea, con mi práctica
mis ilusiones, con mis realidades
mis anhelos, con mis luchas diarias
mi amistad contigo, con la fraternidad del día a día
HAZME VIVIR, SEÑOR, COMO TU DICES Y VIVES
Sin dividir mi estancia contigo, del servicio a los demás
la oración que te contempla y te necesita
del trabajo que me aguarda en la tierra que me espera
Sin olvidar que, aún mirándote con mis ojos,
o escuchándote con mis oídos
me faltará por recorrer el camino del recio compromiso
de la vida que se ofrece sin medida
de los gestos de perdón o de confianza.
HAZME VIVIR, SEÑOR, COMO TU DICES Y VIVES
Desviviéndote, en tu intimidad con el Padre
y deshaciéndote por la salvación de la humanidad
Guiándote por la mano del Padre
y dirigiendo con la tuya el camino del que te desea y busca
Proclamando la bondad de Dios en un mundo egoísta
y  mostrando, con tus heridas y tu cruz,
que tu vida no es solo palabra…no solo proyectos…
que, tu vida, es hacer aquello que vives: ¡DIOS!
Javier Leoz

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