(Busca un lugar que te ayude a entrar en silencio y búsqueda. Con el deseo de que esta meditación cuaresmal te conduzca más cerca del que habla lo que es: Amor).
1. Meditación II Domingo de Cuaresma
Es tarea del tiempo cuaresmal volver a renovar el amor
primero. Ese que tantas veces parece escondido, remendado, envejecido y hasta
fuera de cobertura. Traer al ahora el amor de siempre, que está y es real, es
un ejercicio fundamental que requiere tiempo y dedicación. Es momento de volver
a poner sobre la mesa la pertenencia de la propia vida: he sido, soy y seré en
relación a otras personas, sin las cuales mi propia identidad carecería de
sentido. Las alianzas, las grandes alianzas, necesitan ser renovadas,
fortalecidas, tensadas. Toda la Historia de la Revelación es un continuo
esfuerzo por reavivar el pacto de amistad entre Dios y su pueblo. Y esto, lejos
de ser una frustración, se convierte en una oportunidad de agradecimiento y
crecimiento personal.


“Aquí me tienes”, le decimos a Dios mientras repasamos el
mapa de nuestra vida. Y lo que realmente queremos decirle es que estamos
disponibles para asumir su voluntad, para dejarnos llevar por su brújula y
permitir que cambie, transforme y desconcierte nuestros caminos. Será lo mejor,
y lo sabemos por experiencia. Asumir la voluntad de Dios es estar dispuestos
para la poda, para acoger la debilidad propia como savia que nutre, desde la
verdad y sin engaños.

2. Para la reflexión personal
Y hay una relación fundante, más o menos definida, con la
trascendencia, con Dios. ¿Te atreves a decirte qué ha significado esta relación
en tu proceso personal? ¿Qué significa ahora? Dilo sin miedo ni
culpabilización, desde la verdad y la humildad.
Con frecuencia nos preguntamos por el amor primero, ése que
cambia con nosotros, madura y juega al despiste en ocasiones. ¿Cómo se
relaciona el amor que te impulsa ahora, que diseña el proyecto de tu vida, con
aquel “amor primero”? ¿Percibes continuidad? ¿Sientes cómo ha ido madurando y
creciendo?
Las pérdidas, los fracasos, rupturas y frustraciones entran
en la dinámica de todo amor. Y lo perfilan, lo afinan y lo maduran. ¿Qué papel
han jugado en tu respuesta de amor? ¿Cómo te han ayudado a crecer? ¿Percibes
cómo te han ido introduciendo en un “amor pascual”?
¿Te muestras disponible para discernir la voluntad de Dios
en tu vida y acogerla? La de Dios siempre es la mejor respuesta a nuestros
planes, ¿lo sientes así?
Asumir la cruz que viene del amor, o de las pérdidas, es
bajar del Tabor hacia Jerusalén… ¿Cómo se dibuja esa cruz en tu momento
presente, y cómo la integras?
3. Oración
“Se transfiguró ante ellos…” (Mc 9, 7)
Ando deseoso de transfiguración.
¡Son tantas veces las que me siento decepcionado de mí mismo!
Con frecuencia no soy el que quiero, ni construyo lo que sueño.
Me invento películas en otros escenarios,
donde me siento un héroe admirado y reconocido,
al margen de esta realidad que me ahoga y de ese yo que me decepciona.
Te pido luz y ya sé que es falsa la que viene de otra galaxia o de otro
foco.
Pero entonces me paro.
Y cuando lo hago siento que en mi realidad oscura
ya se esconden posibilidades de luces, de llamas, de fuego.
No me transfigura la vida el espejo, la mentira o el espacio que me
oculta.
La luz que busco fuera ya brilla dentro, aunque no la reconozca,
incluso en las grietas más abiertas de mi vida hay posibilidades
desconocidas.
¡Todo yo soy un ser de luz!
Sólo porque me amas, porque sigues confiando en esta debilidad que
escondo
y en todas las posibilidades que ella guarda.
¡Sigue pronunciando en mí la palabra de amor que me convierte en pura
llama!
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