domingo, 11 de febrero de 2018

DOMINGO 11 DE FEBRERO

Coincidiendo en este día nuestro recuerdo a la Virgen de Lourdes, la Palabra de Dios nos recuerda la cercanía de Jesús hacia los enfermos. Os invito a pensar qué significa este signo del Reinado de Dios:

Quiero: queda limpio

Ante el drama social y religioso de la lepra, Jesús no pasa indiferente. Movido por la compasión, es decir, poniéndose en el lugar de quien es considerado como un estorbo social y que por su enfermedad está impedido de expresar ritualmente su fe, se acerca al enfermo marginado. Sus palabras, pero sobre todo sus gestos, hablan de su empatía ante el drama personal de aquel leproso.


El evangelista indica que: sintiendo lástima, extendió la mano y le tocó. El primer movimiento de Jesús no fue ni la curación ni un sermón ético, sino el acercarse a aquel que había olvidado lo que era el contacto humano, la cercanía de los otros, el cariño expresado por el tacto y toda expresión que indicara acogida por los demás. Jesús también se salta las normas sociales y toca a quien tenía prohibido tocar.

Finalmente, junto con la expresión de su deseo de verlo sano, Jesús le indicó cómo volver a reintegrarse a la vida social y religiosa del pueblo. Ya no sería más un enfermo, ni tampoco un marginado.


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Si quieres, puedes limpiarme


La súplica del leproso a Jesús sigue siendo actual en nuestro tiempo. Muchas personas viven de rodillas a causa de situaciones que les llevan a la marginación y a la apatía social. No será el drama de la lepra, pero sí otros dramas que hacen ver a los demás como no “dignos” de pertenecer al grupo social o cultural. El drama del leproso era algo devastador, puesto que no podía siquiera acercarse a quien representaba la solución a sus problemas, es decir, a Dios. La marginación socio-cultural llegaba hasta exclusión religiosa.

Nos toca, pues, asumir el modo de vida de Jesús, como diría san Pablo en la primera carta a los Corintios (1Co 10, 31  - 11, 1): hacer todo para la gloria de Dios. La lucha contra la marginación y la exclusión inicia con una actitud: la compasión. Pero debe seguirle el acto que lleve a esta actitud a su plenitud: acercarnos y “tocar”. Tocar la realidad de los demás y colaborar con ella con lo que somos y tenemos. A veces lo que hace falta es solamente un gesto cercano y cariñoso.

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