sábado, 11 de febrero de 2017

DOMINGO 12 DE FEBRERO


Entre los primeros cristianos existió una polémica muy viva, acerca de cómo debía ser interpretada la Ley de Moisés. ¿Estaban obligados a cumplir sus numerosos preceptos o estos habían sido abolidos por Jesús? ¿Qué valor había que darles? Las respuestas fueron diversas, de hecho el Nuevo Testamento está lleno de ellas.  


En primer lugar hay que decir que el evangelista escribe a una comunidad conformada en su mayoría por gentes provenientes del judaísmo.
Dicho esto, prestemos atención a dos de los elementos con que se expresa lo anterior. El primero de ellos tiene que ver con dos actitudes aparentemente contrarias: por un lado la pretensión de continuidad con la Ley [´No penséis que he venido a abolir la Ley o los profetas…`], por otro, la reiterada y clara actitud de ruptura con aquella [´…se mandó a los antiguos… pero yo os digo`].  El segundo de estos elementos, es una especie de criterio y conclusión programática de todo el discurso, el mismo aparece hacia el versículo 20. ´Si vuestra justicia no sobrepasa la de los letrados y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos`.



La clave para entender lo que Jesús propone como solución se encuentra al final de su larga instrucción, en un versículo que hoy no aparece, el v. 48: ´… sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto`. La solución de Jesús supone y exige un punto de vista y una vivencia de las cosas absolutamente diferente, sea que estemos ante problemáticas tan complejas como el adulterio, el divorcio, los juramentos o la venganza. En efecto, Él propone vivir la Ley, el criterio de discernimiento de todo actuar, desde dentro, desde su propio fundamento: el amor y la voluntad de Dios.  

Jesús nos devuelve al sentido original y profundo de la Ley; al fundamento de todos los criterios de discernimiento y normas necesarios para la vida en plenitud. Nos devuelve a Dios, solo Él puede propiciar que nuestro hacer y obras se encaminen por el lado del amor. ¿Por qué? Pues porque la conformidad con las Escrituras no es reducible a una propuesta ética, es mucho más que eso. Se trata de una oferta de salvación; y en esto o contamos con Dios, o estamos absolutamente perdidos… 
Seguimos oyendo en nuestra sociedad, y tristemente también en comunidades cristianas aquello de ‘ojo por ojo, diente por diente’. ¿Hasta qué punto hemos captado y en consecuencia vivimos la novedad que Jesús nos trae?
¿Por qué nos cuesta tanto vivir y convertirnos a la buena nueva que Jesús nos muestra y enseña?
2. UN VÍDEO PARA PENSAR
 
 (sigue pinchando en el título

3. Y UNA PLEGARIA
QUE NO SEA REBELDE, SEÑOR
A tu Palabra, pues ella me ilumina
me enseña los caminos hacia tu Reino
A tu presencia, pues contigo y en Ti,
encuentro la felicidad plena
la dicha verdadera y las razones para vivir
QUE NO SEA REBELDE, SEÑOR
A tus leyes, pues con ellas,
podré ser libre de verdad
sin someterme a otras, que en el mundo,
son injustas y caprichosas
QUE NO SEA REBELDE, SEÑOR
A tu voluntad, para no ser esclavo de nadie
y sirviéndote a Ti, pueda descubrirte
en mi entrega sencilla pero sincera a los demás
QUE NO SEA REBELDE, SEÑOR
A tu proyecto sobre mí,
y llevar a buen puerto
lo que, mis débiles fuerzas, me permitan
QUE NO SEA REBELDE, SEÑOR
A tus exigencias en la vía hacia la perfección
A tu corazón, para moldear el mío frío y duro
A tu llamada, para no olvidarme
de lo mucho que, hoy siempre, me amas.
Amén.



4. PARA RECORDAR EL MENSAJE CON OJOS DE NIÑO






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