domingo, 27 de noviembre de 2016

MENSAJE PARROQUIAL PARA ESTE ADVIENTO

PURPLE TIME

Qué bueno sería que los efectos del Black Friday durasen algo más del instante de ver satisfecha la ilusión de una compra oportuna para una necesidad. Nuestros “vecinos” de las grandes superficies nos dicen que la felicidad de estrenar existe y a todos nos colma de ilusión. Cuando estrenamos algo brilla de novedad en nuestro rostro; los demás lo notan: ¡estás de estreno! No suele faltar el comentario de  “si total, me ha costado una nada”. Cuando estrenamos es como que si acumuláramos ilusiones: hemos satisfecho una novedad, nos viene de perlas y además nos cuesta escasos euros.

                Quienes conocen estos mecanismos que nos proporciona el comprar , las rebajas… no cesan de ingeniar una ocasión mensual para seguir “dándonos ilusiones”, en breve se llamará Noel, Reyes, San Valentín o el Día del Padre, las primeras, segundas o enésimas rebajas, el día del Socio, del 15% o sin Iva… y aún no hemos llegado a mayo en este elenco.


                Hoy la comunidad cristiana está de estreno, ha comenzado un Purple Time, no sólo una jornada, sino un tiempo, cuatro semanas para estrenar: esperanza, ilusión, optimismo, anhelos, propósitos de que “todo esto” pueda cambiar.  Estrenamos un tiempo en que se nos invita a interiorizar, a descubrir el sentido de lo que acontece, a reconocer el sentido grande de lo que nos ha de ayudar a ser verdaderos y así dichosos. Se nos dio y de nuevo se nos dará un gran regalo: Dios que viene a habitar tu vida como su hogar. ¡Qué grande eres, no sólo “te escogió un Rey”, sino que ha decidido habitar en ti, eres Palacio Real. (sigue, pulsando el título)




                Adviento, este Tiempo de Morado, es tiempo de interioridad y alegría, el esfuerzo de “pasarlas moradas” va a merecer la pena. La Palabra de este nuevo tiempo nos invita a vivir el gozo de una ilusión que puede ser posible, de un proyecto colectivo al que te puedes sumar: que las espadas se conviertan en arados y las lanzas en podaderas… No es fácil trastocar la lógica de nuestro mundo, quizá tampoco lo vayamos a ver, pero hay algo muy importante: Dios esta comprometido con nosotros en este cambio. La esperanza mesiánica que celebrar el adviento, unidos al sueño de Israel desde siglos, es que el Mesías trae los tiempos nuevos.


                El primer domingo de adviento, a modo de una primera etapa, nos dice: Es hora de despertar. Podemos vivir despiertos y estar adormecidos. Podemos caer en la tentación de estar viviendo a medio gas, de cumplir sólo con las expectativas del día o de la semana. La figura y símil del vigilante puede resultar expresivo de las actitudes de este tiempo: Estar despiertos, entreleer los signos de los tiempos y sus porqués. Rastreamos con nuestra mirada los signos de la presencia de Dios: son personas y sus necesidades; son acontecimientos que nos interrogan, o bien descubrir señales hermosas en las que otros no se fijan. El vigilante observa y comunica. Grita a otros lo que él ha descubierto. Estamos de estreno, que se nos note.


NOS PREGUNTAMOS:



¿Escuchamos y leemos la vida en su profundidad, o consumimos las interpretaciones que otros nos hacen?
¿Somos diligentes en buscar momentos en que podamo“subir a una torre de observación” para ver la vida y las circunstancias de un modo más global y profundo? Esas experiencias requieren soledad, también contraste con la Palabra de Dios, discernimiento…

Anímate, vigila, analiza y comunica que Dios llega y trae consigo la FELICIDAD.


ORACIÓN PARA ESTAR VIGILANTE




QUE NO ME DUERMA, SEÑOR




Así, cuando llegues  y llames a mi puerta

encuentres mi mente despierta,
mi corazón inclinado totalmente a Ti
mis pies sin haberse desviado de tu camino
y, mis manos, ¡ay mis manos!
volcadas de lleno con las piedras de tu Reino.
Sí, Señor;
Que no me duerma y que, en la noche de mi vida,
mantenga encendida la lámpara de mi fe
Abierta, sin temor alguno, la ventana de mi esperanza
Confiada, sin ninguna fisura, la grandeza de mi alma
QUE NO ME DUERMA, SEÑOR
¡Son tantos los que desean verme adormecido!
¡Son tantos los que insinúan que no vendrás!
¡Son tantos los que se cansaron de esperar!
Ayúdame, mi Señor, a ser persona con esperanza
a esperar, con la ilusión de un niño,
el destello de la estrella de un eterno mañana
la noche mágica y santa de una Navidad luminosa
el misterio, que sin comprenderlo,
asombrará totalmente a mis ojos
al ver tu humanidad y divinidad juntas.
QUE NO ME DUERMA, SEÑOR
Y que, cuando mañana despierte,
siga mirando, por el balcón, hacia el horizonte
sabiendo que, tarde o temprano, llegarás
porque, pronto o tardíamente,
cumplirás lo que has prometido: que vendrás.


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