Luz del mundo son los que
luchan por la justicia y el amor al lado de los pobres. Éstos no se corrompen
por dinero, ni por escalar el poder o mantenerse en él. Son humildes y gozan de
una libertad interior que transmiten a sus ambientes. Todos ellos irradian la
luz de Jesús y acercan a Él porque ya son ciudadanos del Reino de Dios.
La sal se diluye y
desaparece para dar gusto a la comida. La sal de los mensajeros del evangelio
es sabiduría. La tienen todos los trabajadores honrados, cumplidores de su
deber; los padres y los educadores que viven su vocación con ilusión y
responsabilidad; todos los que sirven a una causa noble, como el estudio, la
enseñanza, la investigación o cualquier
trabajo honrado. Sal del mundo son todas las
personas alegres, positivas y esperanzadas. La sal de la tierra son la
bondad, la paciencia y el perdón.
“Vosotros sois la sal de la tierra”.
El encuentro personal con
Jesús nos da el sentido de la vida. Ésta es la sal de la tierra que nos toca
ofrecer. Sólo ella da el gusto de la
realidad, sin esta sal falta el sentido de la historia personal o colectiva. ¿Quiénes la aportan? Los
testigos de Dios. No abundan, por eso la vida de muchos es macilenta y los
acontecimientos no son lo que deberían, encuentros con Dios y experiencias de
salvación. Cuando el testigo deja de serlo,
porque no está poseído por el mensaje, se limita a hablar de él como si
de un museo se tratase; su palabra carece de fuego profético, no convence ni
contagia.
Sal de la humanidad son
todos los que creen y viven en el amor, éstos testifican con su vida, que el
amor es el eco de Dios. Todos los creyentes
convencidos y coherentes llenan de sentido la vida; éstos son los amigos de
Jesús que prolongan su presencia y su salvación en el mundo.
“Si la sal se vuelve sosa”
Así están los que no han
encontrado o han perdido el sentido de su vida. Están desmotivados y vacíos,
apenas “cumplen” con esfuerzo su misión en el mundo. Por cansancio o rutina
funcionan como un robot, sin alegría, deshumanizados. ¿Podrán rejuvenecerse y
cambiar? ¿Quién podrá resucitarles a una vida feliz y fecunda? Ante todo deben ser
conscientes de su muerte en vida y han de querer salir de su sepulcro. A cada
uno de ellos grita Jesús con voz fuerte: “Lázaro, ¡sal afuera!”. Juan
11, 43.
UN VIDEO PARA PENSAR: SER SAL Y LUZ ES TENER LA LLAVE QUE ABRA ESPERANZAS
UNA PLEGARIA PARA NO PERDER
SABOR Y LUMINOSIDAD.
SABOR Y LUMINOSIDAD.
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