Entre los primeros cristianos existió una polémica muy
viva, acerca de cómo debía ser interpretada la Ley de
Moisés. ¿Estaban obligados a cumplir sus numerosos preceptos o estos habían
sido abolidos por Jesús? ¿Qué valor había que darles? Las respuestas fueron
diversas, de hecho el Nuevo Testamento está lleno de ellas.
Dicho esto, prestemos atención a dos de los elementos con
que se expresa lo anterior. El primero de ellos tiene que ver con dos actitudes aparentemente
contrarias: por un lado la pretensión de continuidad con la Ley [´No penséis que he venido a abolir la Ley o
los profetas…`], por otro, la reiterada y clara actitud de ruptura con
aquella [´…se mandó a los antiguos… pero
yo os digo`]. El segundo de estos elementos, es una especie de criterio y
conclusión programática de todo el discurso, el mismo aparece hacia el
versículo 20. ´Si vuestra justicia no
sobrepasa la de los letrados y fariseos, no entraréis en el reino de los
cielos`.
En primer lugar hay que decir que el evangelista escribe
a una comunidad conformada en su mayoría por gentes provenientes del judaísmo.
La clave para entender lo que Jesús propone como
solución se encuentra al final de su larga instrucción, en un versículo que hoy
no aparece, el v. 48: ´… sed perfectos,
como vuestro Padre celestial es perfecto`. La solución de Jesús supone y exige un
punto de vista y una vivencia de las cosas absolutamente diferente, sea que
estemos ante problemáticas tan complejas como el adulterio, el divorcio, los
juramentos o la venganza. En efecto, Él propone vivir la Ley, el criterio de discernimiento
de todo actuar, desde dentro, desde su propio fundamento: el amor y la voluntad
de Dios.
Jesús nos devuelve al sentido original y profundo de la
Ley; al fundamento de todos los criterios de discernimiento y normas necesarios
para la vida en plenitud. Nos devuelve a Dios, solo Él puede propiciar que
nuestro hacer y obras se encaminen por el lado del amor. ¿Por qué? Pues porque
la conformidad con las Escrituras no es reducible a una propuesta ética, es
mucho más que eso. Se trata de una oferta de salvación; y en esto o contamos
con Dios, o estamos absolutamente perdidos…
Seguimos oyendo en nuestra
sociedad, y tristemente también en comunidades cristianas aquello de ‘ojo por
ojo, diente por diente’. ¿Hasta qué punto hemos captado y en consecuencia
vivimos la novedad que Jesús nos trae?
¿Por qué nos cuesta tanto vivir y convertirnos
a la buena nueva que Jesús nos muestra y enseña?
2. UN VÍDEO PARA PENSAR
(sigue pinchando en el título
3. Y UNA PLEGARIA
QUE NO SEA REBELDE, SEÑOR
A
tu Palabra, pues ella me ilumina
me
enseña los caminos hacia tu Reino
A
tu presencia, pues contigo y en Ti,
encuentro
la felicidad plena
la
dicha verdadera y las razones para vivir
QUE NO SEA REBELDE, SEÑOR
A
tus leyes, pues con ellas,
podré
ser libre de verdad
sin
someterme a otras, que en el mundo,
son
injustas y caprichosas
QUE NO SEA REBELDE, SEÑOR
A
tu voluntad, para no ser esclavo de nadie
y
sirviéndote a Ti, pueda descubrirte
en
mi entrega sencilla pero sincera a los demás
QUE NO SEA REBELDE, SEÑOR
A
tu proyecto sobre mí,
y
llevar a buen puerto
lo
que, mis débiles fuerzas, me permitan
QUE NO SEA REBELDE, SEÑOR
A
tus exigencias en la vía hacia la perfección
A
tu corazón, para moldear el mío frío y duro
A
tu llamada, para no olvidarme
de
lo mucho que, hoy siempre, me amas.
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