sábado, 29 de noviembre de 2014

GUIÓN DE LA VIGILIA DE ADVIENTO



Monición de entrada

Canto de inicio: CRISTO TIENES QUE VENIR


Comienza el tiempo de adviento y esta noche nos reunimos como iglesia para orar y aprender a esperar en comunión al Señor que ya llega.

Empecemos escuchando las palabras de Pablo y dejando que nos sacudan:



Lectura de la Palabra de Dios (un joven la proclama desde el ambón, coloca el antipendio de color morado)

“Daos cuenta del momento que vivís. Ya es hora de espabilarse. Ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. Abandonemos, pues, las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz”
(Romanos 13, 11.12b)

Introducción (monitor)

En la vida hay siempre momentos especiales en los que percibimos, quizá oscuramente, que nos jugamos lo mejor de nosotros mismos.

A veces vivimos acontecimientos que nos golpean la vida… otros momentos son señales muy simples, guiños de la vida que nos llaman la atención… Pero unos y otros los percibimos como KAIRÓS, momentos en los que el Señor pasa…

¿Hay algo en este momento de inicio del adviento que te urge a vivir más conscientemente, a no “pasar por encima”, sin implicarte?

Que esta vigilia sea un momento que nos ayude a este “caer en la cuenta”… que el Señor nos despierte el interior para que nos hagamos conscientes del enorme regalo de nuestra existencia y captemos la profundidad del estar en vela porque el Señor viene siempre.

Entremos en esta vigilia cantando el salmo 139, que nos ayuda a tomar conciencia de que Dios nos mira, nos conoce y nos conduce. Sabe lo que necesitamos.


Canto: Ven Señor Jesús

1 parte: NOS DORMIMOS / CEGUERAS
“Caer en la cuenta”, aquí comienza el Adviento. No basta con darle al coco, se trata de “estar en vela”, porque uno sabe, en el fondo, que la rutina de la vida no es tal, aunque muchas veces nuestras jornadas nos parezcan rutinarias. Adviento es vivir abierto a lo imprevisible, a la venida del Señor, siempre deseada y muchas veces, poco creída.

Vamos a orar, escuchando la Palabra y contemplando la escenificación de la parábola de las diez jóvenes que Jesús dirigió a sus discípulos, para explicarles la importancia que tenía estar en vela, aprender a caer en la cuenta, estar bien despiertos mientras se vive y descubrir el rastro y el rostro de Dios en la vida.

La iremos contemplando en distintas partes.

Escuchemos la primera parte de la parábola:

(Diez jóvenes -en su defecto, menos- entran tal cual como son, con sus ropas, signos… y se colocan en presbiterio, cogiendo, cada uno,
una de las lámparas que estaban colocadas ahí)


Lectura de la Palabra de Dios

Lector:

“Sucede con el Reino de los cielos lo que con aquellas diez jóvenes que salieron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco eran necias y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite, mientras que las prudentes llevaron provisión de aceite, junto con las lámparas. Como el esposo tardaba, les entró sueño y se durmieron.”

(Los jóvenes se tumban en el suelo y se duermen)


Reflexión (monitor)
Los diez jóvenes se quedaron dormidos pero se durmieron no porque estuvieran liados con cosas sino que lo hicieron, precisamente, esperando al Señor. Esa espera les cansaba o les aburría y se durmieron. ¡Qué frágiles somos y qué pronto nos quedamos sin aceite!

Sé muy honesto con tu propio corazón y ante el Señor y ve dando respuesta en ti a las siguientes preguntas:

-          ¿Qué situaciones de la vida te llevan a quedarte dormido en la vida, a cerrar los ojos, a vivir sin implicarte? Una vida demasiado pegada a lo material, vivir en la comodidad, incoherencias entre lo que sientes, pienses, dices y haces…

-          ¿Qué o quiénes tapan tus ojos? Miedo al silencio, vivir en la exterioridad, buscar el triunfo y el protagonismo…

-          ¿Qué te despista en la vida y te impide vivir abierto a lo imprevisible y cerrarte al paso de Jesús que viene a tu encuentro? Prisas, estar ocupado, tener todo demasiado controlado…


Reflexión personal
(música ambiental)




Monitor
Necesitamos la fuerza del Señor para mantenernos despiertos, vigilantes. Se lo pedimos al Señor con esta súplica.


Momento de petición
(Cuatro jóvenes en el atril – en su defecto, en un lugar bien visible)
Como súplica a cada petición decimos todos:

“Tú me proteges y me defiendes,
y mi alma está viva por Ti”

  1. Señor, tengo miedo a afrontar mis problemas, mi sufrimiento, mi historia. Hay momentos en los que quiero cerrar los ojos y dormir. Por eso te suplico: “El Señor es mi fortaleza…”

  1. Señor, mi corazón está apegado a las cosas de este mundo: al protagonismo, el vivir demasiado pegado a lo material, a la moda, vivir en la comodidad, el placer fácil, y a veces no tengo ilusión por la vida. Por eso te suplico:

  1. Señor, alguna vez me he sentido engañado, decepcionado por mis amistades, familia, compañeros,… y tengo ganas de cerrar los ojos. Por eso te suplico:

  1. Señor, me cuesta ver el dolor y el sufrimiento de la gente. Busco entretenerme para no saber nada y dormirme, en lugar de dejar que la vida me golpee y abrirme a lo imprevisible de todos los días Por eso te suplico:

2 parte: PREVISORES / SUFICIENTE ACEITE

Con humildad hemos reconocido situaciones en nuestra vida que nos llevan a quedarnos dormidos, porque no tenemos aceite suficiente. ¿Te has preguntado ya qué significa ese aceite? El aceite en la parábola indica EL AMOR DE DIOS que al derramarse en nuestro corazón, como DON, despierta en nosotros la fe que se hace respuesta existencial a tanto amor recibido. Cada uno de nosotros somos esas lámparas de barro: frágiles, débiles, necesitados... Por eso le hemos pedido al Señor su fortaleza, el aceite necesario. Pero… ¿para qué hemos pedido el aceite?


Escuchamos la segunda parte de la parábola del Evangelio:

(Se sigue escenificando la parábola)

Lectura de la Palabra de Dios:

Lector:
“…mientras las jóvenes dormían, a media noche se oyó un grito:
VOZ en off:
¡ya llega el esposo, salid a su encuentro!. 
Lector:
Todas las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes:
Necias:
“prestadnos vuestro aceite, que nuestras lámpara se apagan”.
Lector:
Las prudentes respondieron:
Prudentes:
“como no tendremos suficiente para nosotras y para vosotras, es mejor que vayáis a los vendedores y lo compréis”.

(Se van las necias a comprar el aceite y se quedan las sensatas en el presbiterio)

Monitor
Al igual que el esposo del Evangelio, el Señor también viene a nuestro encuentro a través de los acontecimientos, cuando menos lo pensamos, incluso cuando tenemos el corazón en situaciones y cosas de la vida que nos duermen. Solemos escuchar también la voz: “¡que viene el esposo, salid a recibirlo”!

Hay personas que se han preocupado por tener el aceite necesario para mantener la lámpara de la fe encendida. Esto les ha ayudado a estar preparados para sentir que Jesús pasa por sus vidas.


Testimonio (Escuchamos ahora el testimonio de encuentro con el Señor que han experimentado DOS agentes de pastoral juvenil: VICTOR y CARLA)


Monitor
Los testimonios de Víctor y Carla nos anima a tener el aceite para que la lámpara de la fe se mantenga encendida siempre. Cuidar el aceite es cuidar el don de Dios recibido, nuestra vocación cristiana, para que lo que somos se transforme en misión de llevar esa misma luz recibida a todos  los rincones del mundo. El Señor nos necesita para llevar la luz de la fe a otras personas que se han dormido, que han cerrado los ojos a la vida, que viven en medio de la oscuridad. Cantemos todos.


Canto: DIOS PRECISA DE TI


3 parte: SIEMPRE VIGILANTES

¿Qué sucede cuando tenemos el aceite suficiente? Escuchemos la última parte de la parábola:

Lectura de la Palabra de Dios:

Lector
“Mientras la jóvenes necias iban a comprar el aceite, llegó el esposo. Las que estaban preparadas entraron con él a la boda y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras jóvenes diciendo:
Necias
“Señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió:
Voz en off
“os aseguro que no las conozco”.
Lector
Y dijo Jesús:
Jesús
por eso estad preparados, porque no sabéis el día y la hora”.


Monitor
Para sentir que llega Jesús a nuestra vida, es necesario tener el aceite necesario, el corazón despierto, actitud vigilante, consciente, para que la lámpara de la fe que hemos recibido por nuestro bautismo no se apague nunca.
Vivir en vela, no significa rebuscar análisis de las cosas sino abrir bien los ojos del corazón y de la verdad al misterio de la existencia y, en ella, a Dios.

¿Ante qué situaciones de mi vida pongo el aceite necesario para no perder la esperanza y no quedarme dormido?


Reflexión personal (música ambiental)

Gesto (Monitor)
Vamos colocando la vela que se nos dio al comienzo de la celebración al lado de los candiles (cada uno la va encendiendo y colocando en silencio); mientras, suena la música ambiental. Este gesto lo hacemos como signo de querer dejar poner la fuerza de Cristo en nuestras vidas y nos ayude a ser VIGILANTES y ESTAR ESPABILADO para reconocerle, amarle y seguirle.

Monitor
Estos compromisos no los vivimos por nuestra propia fuerza, sino que necesitamos de la ayuda del Señor. Vamos ahora a pedirle al Señor que nos ayude a estar vigilantes y despiertos para descubrirle.


Momento de petición

(Cinco jóvenes van saliendo con carteles mientras otro va leyendo las peticiones)

Tras cada petición cantaremos:
“Tú me creaste para alabarte,
te doy gracias por siempre, Señor”

Se van presentando carteles y se lee la petición:

-    Ayúdanos Señor a valorar los espacios de oración. Que realmente sean momentos de encuentro contigo y nos fortalezcan en la fe.

-    Haz Señor que nos preocupemos por cuidar y vivir el compromiso de cada día como jóvenes cristianos. Que seamos luz para aquellos que nos rodean.


-    Te damos gracias, Señor por el grupo al que pertenecemos. Ayúdanos para que sea también un lugar para conocerte más y fortalecer la fe.

-    Ayúdanos a valorar y querer a la Iglesia. Que los jóvenes sepamos ser signo de esperanza y aportemos todo lo que somos.

-    Te damos gracias, Señor por la Eucaristía. Que tu Espíritu nos ayude a encontrar en ella el aceite necesario para estar despiertos y vigilantes. 


Oración del Padrenuestro (La rezamos todos de pie; si se presta les podemos invitar a cogernos las manos simbolizando la comunión de corazones)

Canto de despedida: SOMOS EL PUEBLO DE DIOS



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