En este adviento también nosotros queremos interrogarnos por los signos, en este caso de vida y esperanza que nos manifiestan la llegada del Mesías. Queremos hacer nuestras las actitudes de Juan Bautista que también se interrogaba por los signos de la llegada del Mesías. A Juan, que esperaba la encarnación de un Dios apocalíptico, que iba a revolucionar la sociedad de arriba a abajo, y a implantar un nuevo orden, le sonaban rarísimas las noticias que recibía... Un Jesús cercano y entrañable y misericordioso en vez de juicio y condena.
¿Nos pasa como a Juan? ¿Vivimos nuestra
vida como cristianos desengañados porque queremos a un Dios vengador y
todopoderoso que arregle desaguisados y nos dé palmaditas en la espalda,
asegurándonos la pertenencia al grupo de los cumplidoramente buenos?
Jesús pasó haciendo el bien. Qué
pronto se dice, con pocas palabras.
Se juntaba con los necesitados y detenía su camino ante cualquier cotidiana
necesidad.Para mirar a los ojos y hacer amigos no se puede venir en plan
guerrero, ni aunque se venga a combatir a los malos. Es necesario detenerse,
conocer, acercarse y sentir lo que siente el otro. Hacerse entraña y luz, ser generosos y valientes. Cualidades todas
que se desarrollan mejor en el silencio y la intimidad que en los foros
públicos y los campos de batalla.
La situación actual de nuestro
mundo requiere, nadie lo duda, mucha intervención pública, mucho compromiso de
actividad resistente. Porque hay demasiadas personas que, por no tener, ya no tienen ni voz. Y tenemos
que hablar por ellos. Pero sin olvidarnos nunca de los que tenemos cerca, de los que pasan a nuestro lado
con la vista fija en el suelo porque es lo único que les queda. Si nuestro referente es Jesús, no perdamos de
vista que su anuncio del Reino se encarnó en las necesidades y las carencias de
las personas de su entorno. Y recordemos que fue, siempre, portador de
esperanza, de luz y de alegría.
Una oración para expresar esperanza:
ERES NUESTRA SONRISA, SEÑOR
La causa de que, en medio de nuestros
males,
nos infundas valor y esperanza
y, en la tiniebla, disipes con tu luz
aquello que no nos permite verte o
encontrarte
¡ERES NUESTRA SONRISA, SEÑOR!
Vienes y, porque apareces pequeño,
disparas nuestras ganas de vivir
de aportar ilusión a nuestro mundo
Haces que, nuestros corazones,
brillen destellos de generosidad y de amor
¡Cómo no vamos a estar alegres, Señor!
Eres Tú quien abres nuestros labios
para que, sin decir nada,
riendo lo digan todo: ¡Vas a nacer!
Eres Tú, quien al acercarte hasta nosotros,
alzas con tu humildad nuestra débil
condición
Animas, con tu llegada divina y oportuna
los fracasos aparentes de la humanidad
¡ERES NUESTRA SONRISA, SEÑOR!
Fuente de una felicidad inexplicable
Surtidor de una alegría indescriptible
Maná de un gozo santo, bueno y eterno
Manantial que, cuando uno bebe,
siente que la Vida, brota en nuestra pobre
vida
¡Gracias, Señor, por tu venida!
Te sentimos y, porque intuimos tu
presencia,
estamos jubilosos, expectantes,
contentos y mirando hacia el cielo.
¿Sabes por qué, Señor?
Porque Tú, Jesús, aunque algunos no se den
cuenta
sigues dando alegría profunda…alegría
verdadera
Amén
Javier Leoz
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