Y mientras cerramos el balance de este año se abre un nuevo tiempo 2020. Como cualquier otro tiempo, nos invita a ser amigos fuertes de Dios. No transitamos una historia como camino intrincado, no nos cubren 100 horizontes más o menos claros, no nos pesa la carga de un pasado irreconciliable, ni nos falta una guía para avanzar. Caminaremos señalados por una bendición que en el primer día del año proclama la primera lectura: El Señor te bendiga y te proteja, el Señor te conceda su favor, el Señor se fije en ti y te conceda la Paz.
2020 una oportunidad para ser fuertes testigos del Señor.
2020 un año que iniciamos pidiendo la paz y reconciliación entre las naciones y en sus pueblos. Feliz Año Nuevo. Santa María Madre de Dios es el pórtico que mañana cruzaremos para proclamar que el Dios de la vida ha santificado nuestra carne, el Hijo ha dignificado a su Madre. La Madre del Verbo es Madre de Dios. Y así este privilegio Mariano desde Éfeso a nuestros días nos recuerda cómo dignifica Dios en su Madre, a la condición humana.
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