Qué bueno sería que los efectos del Black
Friday durasen algo más del instante de ver satisfecha la ilusión de una compra
oportuna para una necesidad. Nuestros “vecinos” de las grandes superficies nos
dicen que la felicidad de estrenar existe y a todos nos colma de ilusión. Cuando
estrenamos algo brilla de novedad en nuestro rostro; los demás lo notan: ¡estás
de estreno! No suele faltar el comentario de “si total, me ha costado una nada”. Cuando
estrenamos es como que si acumuláramos ilusiones: hemos satisfecho una novedad,
nos viene de perlas y además nos cuesta escasos euros.
Quienes
conocen estos mecanismos que nos proporciona el comprar , las rebajas… no cesan
de ingeniar una ocasión mensual para seguir “dándonos ilusiones”, en breve se
llamará Noel, Reyes, San Valentín o el Día del Padre, las primeras, segundas o
enésimas rebajas, el día del Socio, del 15% o sin Iva… y aún no hemos llegado a
mayo en este elenco.
Hoy la
comunidad cristiana está de estreno, ha comenzado un Purple Time, no sólo una jornada,
sino un tiempo, cuatro semanas para estrenar: esperanza, ilusión, optimismo,
anhelos, propósitos de que “todo esto” pueda cambiar. Estrenamos un tiempo en que se nos invita a
interiorizar, a descubrir el sentido de lo que acontece, a reconocer el sentido
grande de lo que nos ha de ayudar a ser verdaderos y así dichosos. Se nos dio y
de nuevo se nos dará un gran regalo: Dios que viene a habitar tu vida como su
hogar. ¡Qué grande eres, no sólo “te escogió un Rey”, sino que ha decidido
habitar en ti, eres Palacio Real. (sigue, pulsando el título)
Adviento,
este Tiempo de Morado, es tiempo de interioridad y alegría, el esfuerzo de
“pasarlas moradas” va a merecer la pena. La Palabra de este nuevo tiempo nos
invita a vivir el gozo de una ilusión que puede ser posible, de un proyecto
colectivo al que te puedes sumar: que las
espadas se conviertan en arados y las lanzas en podaderas… No es fácil
trastocar la lógica de nuestro mundo, quizá tampoco lo vayamos a ver, pero hay
algo muy importante: Dios esta comprometido con nosotros en este cambio. La
esperanza mesiánica que celebrar el adviento, unidos al sueño de Israel desde
siglos, es que el Mesías trae los tiempos nuevos.
El
primer domingo de adviento, a modo de una primera etapa, nos dice: Es hora de
despertar. Podemos vivir despiertos y estar adormecidos. Podemos caer en la
tentación de estar viviendo a medio gas, de cumplir sólo con las expectativas
del día o de la semana. La figura y símil del vigilante puede resultar
expresivo de las actitudes de este tiempo: Estar despiertos, entreleer los
signos de los tiempos y sus porqués. Rastreamos con nuestra mirada los signos
de la presencia de Dios: son personas y sus necesidades; son acontecimientos
que nos interrogan, o bien descubrir señales hermosas en las que otros no se
fijan. El vigilante observa y comunica. Grita a otros lo que él ha descubierto.
Estamos de estreno, que se nos note.
NOS PREGUNTAMOS:
¿Escuchamos y leemos la vida en su profundidad, o consumimos
las interpretaciones que otros nos hacen?
¿Somos diligentes en buscar momentos en que podamo“subir a una torre de observación” para ver la vida y las circunstancias de un modo más global y profundo? Esas experiencias requieren soledad, también contraste con la Palabra de Dios, discernimiento…
Anímate, vigila, analiza y comunica que Dios llega y trae consigo la FELICIDAD.
ORACIÓN PARA ESTAR VIGILANTE
QUE NO ME DUERMA, SEÑOR
Así,
cuando llegues y llames a mi puerta
encuentres
mi mente despierta,
mi
corazón inclinado totalmente a Ti
mis
pies sin haberse desviado de tu camino
y,
mis manos, ¡ay mis manos!
volcadas
de lleno con las piedras de tu Reino.
Sí,
Señor;
Que
no me duerma y que, en la noche de mi vida,
mantenga
encendida la lámpara de mi fe
Abierta,
sin temor alguno, la ventana de mi esperanza
Confiada,
sin ninguna fisura, la grandeza de mi alma
QUE NO ME DUERMA, SEÑOR
¡Son
tantos los que desean verme adormecido!
¡Son
tantos los que insinúan que no vendrás!
¡Son
tantos los que se cansaron de esperar!
Ayúdame,
mi Señor, a ser persona con esperanza
a
esperar, con la ilusión de un niño,
el
destello de la estrella de un eterno mañana
la
noche mágica y santa de una Navidad luminosa
el
misterio, que sin comprenderlo,
asombrará
totalmente a mis ojos
al
ver tu humanidad y divinidad juntas.
QUE NO ME DUERMA, SEÑOR
Y
que, cuando mañana despierte,
siga
mirando, por el balcón, hacia el horizonte
sabiendo
que, tarde o temprano, llegarás
porque,
pronto o tardíamente,
cumplirás
lo que has prometido: que vendrás.
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